Quise ser más
que la lluvia naranja de un fósforo
y me tocó renacer
en el yeso de este muro inquebrantable
que ahora erijo
entre el tiempo, la distancia, y mi ilusión.
Lo más álgido de este navío
no es la herrumbe ni el eco,
es el saco que dejas tirado
con el aire en tus pulmones
en caso de siniestro
y mi luz ponchada después de llegar
a esta estación.
Deberías darme pena
debería llorar.
Y sin embargo, en esta ventana
no hay pose de nube cargada de lluvia
que tenga esa intención.
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