Intenté comer
quitándome la odiosa imagen de mi cabeza.
Agarrar el correo electrónico
para ver que sólo hay mensajes tiernos,
pero importantes no.
Yo no sé de qué me quejo:
esto ni siquiera es un poema.
No llamo a la rebelión
ni estoy en contra de algún sistema.
Quizá porque todo lo doy
por sentado:
mi vida es reclamo de facto.
Y hoy tengo cólico y dolor de cabeza.
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