Hay un concentrado de fuego y cajeta
que guardo sigilosamente
para no perder
el tiempo en remembranzas
deste mundo la esperanza
de saborearlo a pesar de la desgana
y como retando al placer.
Sólo sus horas para mí preciosas en este suelo
el mío, bajo este cielo,
lo podrían entender.
Silencio: el fuego ha prohibido
escribir con llanto. Habrá que liberar
varios sórdidos momentos
en otro mundo, no en éste,
aquí la gente finge estar bien.
Menos quienes despertamos queriendo
saber si Dios ya regresó de vacaciones.
También hay libretas blancas
casi iguales al total de tu cuerpo pero
eso pertenece
a otro campo semántico.
Que igualmente deambula en el lado tierno
de mi aguerrido yo.
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