El umbral más luminoso
lo he visto en las palabras más tristes
la esperanza de no temblar tierra abajo
me la ha dado su voz.
Y los protocolos, los viajes a Cancún,
la escuelita, la sopita del mediodía,
vida larga en rancho feliz,
se borraron en cuanto descubrí
que puedo ser capaz
de borrar mi cassette
y esperar a que un buen día
reconozca que soy una poetisa anónima
que se enamoró de un titán.
Lo vuelvo a decir:
su rostro ha sido para mí
una luz en medio de este páramo.
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