Qué simpatico es Dios
cuando pierde el camión de las nueve
pierde las llaves de San Pedro
en el lupanar de tantas breves,
compra chocorroles en las tiendas de las equis
rojas en las esquinas,
prende el automático para defenderse de lo divinamente inesperado
se inscribe en Rey por un día
se rasura la barba
y deja de creer en Dios.
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