Decíamos que hablar con la verdad
era cosa común entre hombres honestos
lancé la primera piedra
y de pronto
mi mano soltaste,
y soy un holograma virtual.
Pero mi voz sigue estando viva.
Para liberar a Dios de nosotgros ha servido nadar sobre el desierto,
ser hocicona, un tatuaje japonés que no entiendo,
no levantar las naguas para descubrir el intelecto
morderse la piel
cuando se trata de accionar la pasión
antes que soportar a Rickert o a Sartre:
Todas las piernas tersas son bienvenidas
unas son desechadas
las otras comprometidas
otras desdichadas
y otras solitariamente pensativas,
como las que cargan el peso
de la que escribe esto.
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