Que estalle este rictus
frente a la pantalla de mi vieja computadora:
allá, donde el sol no se esconde,
se elimina de los labios, los huesos,
y se vuelve yerba y cal,
surge el estertor de este caos,
odio las despedidas,
no me gusta pensar en el no volver.
Quizá por eso siempre digo lo que pienso
y siento,
con perdón de los aludidos,
los amados, los por mí vencidos,
los detractores de mi mundo,
los ideales, los decepcionantes,
los inmortales, los que se van con el viento
y a merced de él.
Ahora comprenderá más de uno,
por qué la vida se vive a pesar de que no se tenga tiempo
ni de vivirla ni de morirla:
pocos mundos existen donde la palabra resuena
en lo que vemos dormir junto a nos.
Hay que hablar antes de que el tren nos atropelle,
he tropezado, puesto mi corazón a la ácida intemperie,
pero no me arrepiento,
la prueba está en los últimos poemas
para el poeta lejano de mis días.
Que estalle este rictus
frente a la pantalla de mi computadora vieja,
tanto sentimiento hecho cúmulo me aqueja
y se vuelve vórtice, migraña,
necesito descansar.
miércoles, 26 de agosto de 2009
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