Ánimo,
aún podemos lavarnos la afrenta
de caminar libres
hasta la otra orilla del mar
(cruce con Apocalipsis y Dialéctica
para nunca más abrir los ojos
para jamás el futuro recordar).
Venga,
el llanto rellena zeppelines
y viajamos todos felices
fingimos serlo
esperamos la hostia manchada de un grito enfermo
nos contagiamos de la salud de la mediocridad.
Y a lo alto,
muy en el pico de lo más puro,
absoluto y felizmente incierto
se trepa una estrella que si la miras
te condona toda resultante ira
de estar pisando la tierra
que como el torso de una cualquiera
sacude las gotas de sudor que un día fuimos
y ya no servimos para más.
Ánimo,
Venga,
que a las doce en punto
el final del cuento
está por terminar.
(Y un telón de cielo agujerado
hermosa, cuán hermosamente pleno
orgasmo de Oberón y Titania
canción de un viejo Roldán
se desliza como vestido de ninfa estival
y las horas y los huecos
y los niños, las locas y los muertos
unen sus manos para cantar).
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