miércoles, 12 de agosto de 2009

Sensualidad sin luz

Y nada:
que este punto de partida
tan feroz como tus garras de sangre
y tu viento de deseo cayendo como estruendo
sobre mi falda
ha sido igual
a la caída
de la bicicleta rosa
que jamás aprendí a usar.

Y todo:
se siente extraño
volver al itinerario de siempre
vagando tus galaxias para no volver
es como nadar sin ropa en la fuente
de la plaza de armas
y sentir que el policía pasa
y eres inmune a su barriga, a sus infracciones
a sus ganas.

Es como cuando al caer
papá no estuvo ahí
y mamá finalmente (y como a tres horas a la distancia)
me libró de pedalear a la fuerza.

Tal como Afrodita
siento hoy -y quizás esté algo ciega e incierta-
me da permiso
de arrojarme los relojes
a un inmenso mar
que no tiene la paz que yo busco
pero que danza conmigo
porque en mi cuerpo encaja
en una perfecta sensualidad sin luz.

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