Subimos bosques de piedras
pulimos cada una de ellas
y al mar las arrojamos
pidiendo deseos desdoblados
en más de un millar.
Será por eso que me suenas
a cajita de luceros y cerillos
a sorpresa de día sin destino
a lugares desconocidos
a una piel en la que dichosa
la mía se dio el lujo de naufragar.
Camino con la voz muy adentro
agarro al rojo que me palpita inquieto
escribo a la una y media extraños versos
como la cara que eras y eres
antes de vernos y antes de dormir
antes de volver a subir
al sueño neptuniano de tu entrecejo
a tu frente borduda
como el origen de tu ciudad.
He sembrado palabras
en vez de flores
pensando que con los besos de mi lluvia en abril
pudieran en este desierto brotar;
Pero he visto que de tu suelo
han brotado
estos vidrios-labios de colores
caleidoscopios de una humana
que no le teme a los sinsabores
porque cuenta con tus canicas mieles
y con la fuerza de quien no mide y no cree
en lo finito del espacio sideral.
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