Te dije Luna de Abril
en Enero
y te acercaste a mi aura
como un riachuelo
diamantinas y acentos extranjeros
mundos ajenos
en mi blusa de perfil.
Dijiste "silla"
y abriste un mundo inquieto
acariciaste lentamente
con tus pupilas
mi entonces morado-rojizo pelo
Después,
la nota del servicio
no sabía que tú eras el dueño.
Ya luego atesoré a Pessoa
diciendo lo asesinos que son
mis ojos negros:
"Los ojos matan"
al inicio del recibo
disparaban flores en mi vacío tintero
(una canción diáfana
para los días que estarían por venir).
Y resulta que recién te encuentro
robándote la naranja
y escondiéndola en tu camisa
como niño mal portado en el recreo.
Tu acento se pone de puntas
cuando cruza palabras con mis entuertos;
yo te diré que guardé aquella sonrisa
cuando puse a Pessoa
en mi monedero.
Y de eso
un día como éstos
pero hace tres eneros.
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