Que me llueva eternidad
antes que repartir mis besos
en la inmensidad de la amargura.
He visto una imagen pálida
deambulando en esta llanura
que se llama dolor sin voz
y piel sin acariciar.
No tomé mis pertenencias
ni quise echarle un volado al vacío
la música se graba en la sangre
se aproxima el estío.
Las milpas y los nardos
volverán a cantar como antes
y los cabellos de la tierra
volverán a ondear igual.
Que me llueva ternura
antes y después de haberte amado tanto
hoy me figuras como la imagen de un santo
mañana serás el mismo hombre
el nombre del pecado
así de dual y de perfecto te miraba
en el génesis de este universo
y así de compacto y de triste
puede verse un sol
que no le canta a nadie
porque cree no tenerle a quién cantar.
Que me lluevan los segundos luz
que viví pensando en tí como los únicos y felices
a esta hora me doy cuenta
que ya nada me queda
excepto cantarle vivas y odas
a las flores que vivieron
cuando tu paso de iluminado huracán.
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