No eres tú la que declara
tener el estómago vacío
y la cabeza revuelta.
Como tampoco eres
esa silueta
de vestido a rayas negras
sobre fondo blanco
humor del recalcitrante sol
de las cuatro
o las lágrimas que no acaban de encender.
No eres tú la que se siente cansada
aturdida
la que no desea escribir por hacerlo
la que siente esta tarde
un hoyo en la pared.
No eres la que abrió los brazos un día
como la crucifixión de un sueño raro
no eres asunto acabado
ni la mala noche
por los dolores de tus abiertos brazos
que sucedió como un mal momento
ayer.
Simplemente eres carne
girando con otros millones
en este pedazo de universo converso
creyente de los karmas
silente hasta en los huesos
paseo de nubes en el asfalto
que evocan la divinidad
perdida en el sulfato
de las fábricas de hoy y de ayer.
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