miércoles, 22 de abril de 2009

Dieciséis

Anoche soñé que ella me daba con sus puños rosas,
papá;
que yo la arañaba y le gritaba
con mi boca que lanza telarañas
sapos y ranas que el Colegio no te devolvió
en cheques ni en bonos con el Creador.

Soñé que me defendía por primera vez
de lo que me quitó cuando yo era una pequeña
no me importó perder tu heredad
no me importó que no me llamaras por mi nombre
o que al despertar amaneciera la almohada mojada
porque, sabes,
lloré.

Porque igual que en la vida real
lanzaste tus uñas contra mi inocente espalda
y yo te necesitaba más que en domingos y miércoles de llamadas;
yo quería un pedestal como el que me arrancó la estampa
de las tardes sin helados
porque te fuiste donde los humanos
miran como quien busca la mar
y cuida de vástagos de extraños
porque yo, a pesar de mi boca,
era simplemente tu hija
aún y cuando esto no fuera sino una pesadilla
y yo volviera a tener dieciséis.

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