Allá en mi silo
hay una cuna
y en mis manos un cepillo
que platica
con las niñas de la luna.
He inventado
un castillo de luz
allá donde los gigantes descalzos
comen arándanos
y los centauros no cargan su cruz,
Donde los temores se subliman
y saben a anís en las esquinas
los árboles pájaros morados anidan
y el río corre para limpiar tristezas
imperfecciones
leves errores
impurezas;
Pues saben que nadie es perfecto
en la Tierra
porque saben que he vendido lo que tengo
y me inmolé hace ya un año
con tal de que el vuelo
durante el sueño
sea de estos días su regalo.
Y como es mío mi reino
yo puedo heredarlo
como lo hago cada noche
con la luna y su canto
al dragón del desierto
que se desplaza en mis adentros
y juega feliz y amado
en la palma de mis manos.
lunes, 6 de abril de 2009
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