martes, 28 de abril de 2009

Confesión en un diván cósmico

No sé qué pitos toco
cuando me dan
encabronamientos lacrimosos.

Al principio pensé
que era la transición
de niña a histérica,
luego creí
que esa era la herencia materna;
después, que era resistencia
a la autoridad
y a la sombra paterna.

Ahora sé
que aprendí
a explorar con llanto lo que no acabo de entender.

No aprendo nada
a ciencia cierta;
sólo sé que se duerme más tranquila
y el mundo comienza de nuevo a correr.

Este diván cósmico te abre sin querer
la boca;
volveré con otros tantos
contranálisis deberemos hacer.

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