No me admires, niña
si no tengo nada qué darte
soy astilla en invernadero
soy palabra que tuesta pero no arde.
Si por la sombra esquiva
de un árbol cansado
tu vida habrías de exponer,
Yo te sugiero, mejillas lindas,
que pongas tus pies en la arena blanca
y esperes el cobijo del ciprés;
Que por conformarte con muy poco,
luciérnaga bendita y serena,
podría salir disparado el mundo
el no está marcado por un sí a tres puertas
cansarte apenas tu caminata empieza
denota inmadurez.
Y fue así como el día
de madrugada se volvió día
y de día aprendió a ser primavera
oruga de crisálida violácea
mariposa que no muere
porque es flor y diosa
de los que nacen de este lado
junto al lago, sobre la meseta
junto al ciprés,
junto al ciprés.
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