martes, 7 de abril de 2009

Por supuesto

Claro que me duelen tus paredes
claro que me duele tu tartamudez
tus viajes interminables
tus años que dobletean mi turno
tu soledad
tu genial inmadurez.

Claro que me duelen todos
porque te has fragmentado en más de cinco
en vez de seguir siendo uno;

Por supuesto que me duelen mis dieciocho
mis puntos de partida dispersos
y apartir del dieciséis,

Pero más me dolería no verte volar
saberte ajeno,
pan reseco sobre mi mesa
días de calendario sin gastar.

Pues una cosa es el dolor
y otra es el arrepentimiento:
el dolor es parte en los humanos
que tontos e ingratos
lo necesitan para saber amar;
y el arrepentimiento es tan sólo el sinónimo
de la soledad.

Y yo puedo arrepentirme de mi segundo nombre
pero de dolerme contenta
el caos de luz que llevo a cuestas desde hace trece años
jamás.

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