Me confunden las luces blanquecinas
de estos días sin nombre
y de esta magia de estar bajo el agua
y sin respirar.
No sé si la rosa de los vientos
me nació en mi frente de cabeza
y con los nortes perdidos;
no sé para donde el destino
no sé qué fue del amor
vaya, no tengo idea
de adónde agarrar.
Y que conste que no soy de madera
ni mujer de hierro o cristal:
También nos derretimos las que amamos siempre
hoy siento que no tengo por qué ser la de siempre
si allá afuera el mundo sigue igual.
Y yo...
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