lunes, 4 de enero de 2010

Eva aprendiz

Dijiste juncos, y algo anidó en mi alma.
Pronunciaste duraznos, y en algún momento de la noche
la habitación se impregnó con tus palabras.

Me invitaste a probar los frutos de tus ramas
y allá voy, cual Eva aprendiz
dispuesta a ondular el higo que tejes en mi vientre
siempre y cuando
te palpiten en las manos las estrellas refulgentes

salientes del tenedor con el que sujeto mi corazón
para que no salga en desbandada
como ya lo has visto venir.

No hay comentarios: