Si tu lengua supiera
a lo que sabe el color de mi boca
después de desnudarte mi alma
con mis versos
te juro, alma mía,
corazón que no me deja al mío dejar de cantarte,
que la soledad en la que vivo
te sonaría a la negación de mi Dios por triplicado
porque si él me trajo hasta mi fuente
tu aura, tu presente
y tu pasado,
no entiendo cómo ahora
le da por tomarte las manos
y dejarme sola con todo esto en el cuerpo gravitar.
No me mires una ola que no rompe
yo no tengo la culpa
de serle fiel a tu nombre
de enamorarme como las quinceañeras
de creer en el sí y en la felicidad.
Mejor tómame lo mejor que tengo
y vuela hasta hacerte mi nube:
sabes que te amo
que te escribo amores no por costumbre
sino por el alivio que me causa
este amor a la tierra,
a tu fuego, a las alas de tu dios padre
y a las olas de tu pecado original
gritar.
Si me muero,
que sea con mis besos que hago tuyos
en las palmas de mis manos;
si te espero,
que sea siempre con la frente en alto:
Yo, la mujer absurda
te amo
y eso ni las horas ni su paso extraño
te lo podrán negar.
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