Cruzaré los dedos
para despertar siendo barullo de niños
y perder por una sóla vez
la adusta educación
del Colegio La Paz
y entregarme enterita
a la excentricidad de mi pripio ego
a la magnificencia de mis juegos
a la sensualidad de mis cortos silencios
y al placer de caminar bajo esta primavera
con los brazos bien abiertos
a todo aquello que nadie entienda.
Cruzaré los dedos
para cruzar las dimensiones
y ver mi otro yo
columpiándome en planetas morados
con un micrófono para mí
instalado en el escenario cósmico
para cantar lo que he sido
estos humanos años.
Luego los descruzo
y vuelvo a caminar por esta bendición
que se llama dos mil nueve en marzo.
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