He escuchado a las notas
de mi vida en la sicodelia
ignoro sus nombres
su música es la epopeya
de una vida efímera y dispersa
que antes de ésta
viví.
Abrir el baúl
de los sonidos muertos
la Joplin gritando
Hendrix que aún no ha muerto
y un jazzista setentero
que no conozco en el dos mil nueve
pero estoy segura
que jeringa fue de mis locuras
mi bandera
la insensatez de ese fragmento de libertad.
Es el capítulo de las flores que no mueren
el déjà vu que me sostiene:
con o sin dos de octubre sentenciado
a vivir en la muerte
con o sin culpable por delito
de lessa humanidad
sorteando la vida en la ancianidad
esta libertad por la que hoy duermo tranquila
me dice que de esta tierra
nadie se va sin pagar
las balas perdidas
en los corazones de un ideal.
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