domingo, 22 de marzo de 2009

Capítulos II y III

Capítulo II
de la transición sublime
de lo esencial a lo iconoclasta.

Coloque su cara
pegada a la ventana
espere mientras respira profundo
el olor a madreselvas
que viene desde la vecina casa
rompa sus virtudes
engendre varios miedos
intente, vamos,
saltar esa grada bajita
como si lo lanzara un avión
desde lo lejos:
el abismo no es el vacío
es vaciar lo que se lleva dentro.

Luego marque al 911
y pida por la absolución
de su ensimismado ego
reúna a sus parientes
jueguen al jenga y al scrubble
llénense de palabras de transacción
comience a perder su nombre cósmico
alabando al ídolo que desde el siglo veinte
se hace llamar Iconoclastador
pierda su dignidad comprando ropa de diseñador
agache la mirada y no se conmueva
frente a una obra de arte
vamos, maneje mentando madres
sueñe con que el mundo se acaba.

Porque Dios da al que pide con fuerzas.

Capítulo III

De cómo la esencia espera siempre
a ser reconocida
por quien le abrió la mano
para nunca más
volverla a cuidar.

No se bañe con cantos de pureza
alabanzas a los panderos
depósito de diezmos
juntas mensuales de las hermanas de la caridad.

Empiece por usted mismo
a amarse sin ser egoísta
nadie dijo que fuera su culpa
pertenecer al gremio
de la humanidad.

Luego sálgase y mire a su alrededor:
el sol brilla para todos
y todos tenemos derecho de errar
todos tenemos derecho
de ver el agua correr limpia
todos somos acreedores de la libertad.

Todos tenemos la oportunidad
de volver a empezar.

Ya después únase a los grupos que usted prefiera
cante desafíos de mar en tierra
cómprese granadas de besos
comparta a los pobres un poco de su pan.

Y luego pase a los capítulos IV y V
de este manual.

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