Que se me haga tarde
como siempre
esta noche
así veo cómo los borregos
se transforman en el pastoso chocolate
que me tomo para engrosar las caderas;
escribo luciérnagas
desenredo la madeja
para largarme segura
que mi alma a mi país del pelo negro
siempre a eso de las siete
volverá.
Que se me haga tarde
como se me hizo para la repartición de senos
o de la capacidad de en público llorar;
que se me haga tarde
para aprender lo que nunca vi en la escuela:
las piedras pulidas todas son bellas
y en el universo de la invisible materia
cada quien tiene su propio pedestal.
Que se me haga tarde
para arrugar mi carne
y en algún sentido
viajar al futuro que no miro
para mis mejores años
-éstos, en los que una ilusión febril
mi mundo ha sido-
rescatar.
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