Que vengan los mares en las faldas
las cortinas de rojo satín
y con sabor a mermelada
los balones allá afuera
mi vecino haciendo fiestas cada fin de semana.
Que vengan la misericordia
vestida de rana
que brinque la reata con los chapulines
las canciones viejas
que levantan el alma
que venga este domingo de filigrana
lo pintaremos con crayolas
veneraremos a nuestro dios Sol.
Que vengan las mariposas azucaradas
y los libros sin letras
que están por nacer.
Que venga mi amiga Elisa
después de cinco años de no verla
que vengan las canciones de la prepa
que vengan las historias
que nadie ha visto
pero que estallan en el imaginario colectivo
de un mundo diferente
un mundo con olor a la gente
que se la parte nomás nacer.
Y que venga el éxito
que Mandino olvidó escribir
en su estúpido libro:
todos somos dioses
nadie de aquí se va sin su trono y su cetro
y todos en la mente más profunda tenemos
la idea clara de lo que hemos sido
pero que el sueño dormido
vivimos porque así es preciso
para volver a merecer.
Eso suponen ellos, los altos dioses
les reto a que vengan y vivan
uno de nuestros días:
veinticuatro horas en este mundo de colores
que lo mismo ensalza las bondades
como a la misantropía
bastan y sobran para reivindicar
nuestras deidades
para que la justicia divina
en esta tierra alegre pregone
que lo malo se muere y la verdad
de cada corazón está por renacer.
domingo, 22 de marzo de 2009
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