No sé qué cuernos miran
los que llevan la mirada
clavada en el asfalto:
hormigas, huellas de otros a la distancia
huecos que no se llenan
con café o con floridos camposantos.
Y me tildo de egoísta
una envidiosa cualquiera;
yo miro siempre a mis costados
entre mis costillas
en mi seno y en las nubes que me pueblas:
Estás en mi Todo
aunque tus dedos no toquen las letras
que viven en mi piel
y por tí.
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