la herida abierta y fragante
hablando de una mujer bailarina.
Todas sus sombras
sobre el tálamo caminan.
Son dúctiles, son relieves
que son de lava y sal
azúcar morenita a las dos de la mañana.
Bajo la lámpara lunar
el corazón doblemente herido de amor
empujado hacia el rostro
del eterno grito y su furia.
Allende la espalda llanura de la mujer
correrán esteros y ríos
nuevas planicies para ubicar
el temblor de los astros bajo el influjo
de un beso mitad aire
mitad lobo
mitad silencio mitad marino.
Bajo la lámpara lunar
se anuncia el serpenteo triplicado
su canto de niña llena de ternura
su inefable signo vital
pulsando sobre su montaña.
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