Ámbar
tu semen corriendo libremente
por la colina de las tres de la mañana
tu corazón de lluvia de maíz
antes y después de primavera
tu alma encapsulada en piedra y verbo
siempre única y verdadera
original como la vida antes del gran pecado inexistente.
Ámbar
la luz de tu cuerpo flamígero al atardecer
y también tus notas y tu reescritura
de los que parecen y no son grandes.
Ámbar
la casa para tu descendencia
y la mesa para sostener la oscuridad
cuando amenazante avanza hacia tus amigos.
Ámbar
los pasillos de la carne nombrándote
hijo único de una gran estrella
firmamento de un mar de mercurio
y también del mío
espumeando amor y deseo
desde el día que con mis labios te conocí.
lunes, 17 de febrero de 2014
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