Pero a la primera noche
siquiera pude escribirla
ovillo mirando nuestro beso
crisálida a medio morir
con tanto espacio para tu espalda en mi cama.
El primer día fue comparativo:
ayer tenía tu luz y hoy ni un foco
me hablaron acosadores del trabajo
cuando ayer oía tu ven a mí, mi niña
no tuve hambre y sin embargo ayer te devoraba
lloré detrás de los ojos todo el tiempo
ayer lloré de amor desde mi sexo para el tuyo.
La segunda noche
esta noche
remojo un trozo de mi corazón
en la leche que aún me queda
de tu embestida brutal y santa,
apeo la desazón del lagrimal
y no lo consigo.
Me estiro. Mis cabellos
mis pezones
mi brazo izquierdo
el corazón y su arteria.
No alcanzan para tocarte.
La segunda noche habré de tejer un blues
a tu salud y desde tu nariz perfilada
de tu rostro mío tan besado por mi cuerpo
e intentaré una sinfonía a la primavera de tus piernas
pero sabré que será tarea para la tercera o cuarta noches.
La segunda noche verteré yerbas para dormir
y no lloraré tan despierta
porque lo haré durmiendo.
martes, 4 de febrero de 2014
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