Alejaré la almohada
y trataré de escuchar
la llama de la nave que se lleva
el fragmento de héroe
de quien esta noche recuerdo vivo.
Amada, no tapes mis hombros.
No hables.
No dictes poesía.
Mírame detrás de la noche.
Y luego, háblame solarmente
para recomponer la canción del silencio
que hilvano esta noche
donde varios entonamos
sus notas escritas para un justo.
Guardé silencio.
Mi arpa, mi traje invisible
mi mano dentro de mi otra mano.
Obedecí a mi hombre.
Y luego, lo amé mucho más
porque sin un solo canto
comprendió la trayectoria de la noche.
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