No orino por no desprender
el aroma de la miel que me mantiene encendida
en la otra cara de la ciudad
que abrazada me tiene en el silencio.
Tu agua sagrada contendré
hasta la medianoche de la víspera
en que tu cuerpo y el mío
volverán a tejer
el manto de amor con el que nos defendemos del mundo.
lunes, 24 de febrero de 2014
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