Y que un vuelco de Su ola te cubra de sal
niña
la muerte de los hilos tristes de tus ancestros
difuminen su maleficio de tu falda.
Y que un puñado de arena suya
te amase las caderas todas
te arranque el corazón y lo coma
esta noche de luna creciente.
Eres la manta y el vestido solar que al fuego llama
mujer
eres la rosa y la cuenta
palabra de mujer
que anida el tiempo.
Desliza tus yemas sobre el segundero
acarícialo como al ritual
de adorar su vientre
su dermis
sus cuencas repletas de vida y otra más.
Cincela su sexo con tus signos
haz de nuevo emerger la virtud de la materialización
de los volcanes.
Niña, que un vuelco de amor y suerte
te traiga a tu amado
una noche que deje de ser ingrata
noche de fuego nuevo
como la que vives con tu hombre.
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