Hablaba la lluvia.
Su peso
era magenta,
su aroma,
como tu espalda.
Entonces
yo guarecí mi ombligo
en tu uña
y las aves de mi vientre
a tu sangre fueron.
Hablaba la lluvia.
Su nombre era cian
y te sonreía.
Entonces una serpiente
de agua dulce y plateada.
Entonces tu espuma
y mis mares te abrazaron.
Hablaba la lluvia.
Su verbo es
esta estampa.
Entonces vuelve esa noche
entonces mañana despiertos
y la lluvia caerá
bendita sobre nosotros,
otra vez.
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