Dame tu canto, ave de agua,
dime las cien veces de dios
formando de amarillo mazorca
nuestro nombre.
Yo te escucharé
con mi corazón vacío de pretérito
pues te oí llegar
y mi oído se volvió tuyo.
Dame tu junio, ave de agua,
cuéntame el tambor de dios
cubriendo con su ritmo el cielo
hasta dar por hijas estrellas.
Yo te miraré
con mi corazón ofrecido a tu pluma
pues te vi llegar
y mi vista con devoción
se entregó a tu cuerpo.
Dame, como siempre,
la llave del sueño;
ábreme la puerta, ave de agua,
no me dejes dormir en la piedra realidad.
Yo te amaré
con mi corazón y su misterio entreverado
con su sonido de aire emplumado
con su carga meteórica de cosquillas
y su abierta boca para que lo habites.
Dame un sí a cada día, ave de agua.
Y entonces te sabré divino
en mi alegría renovada a perpetuidad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario