Llegaste, Amor,
como salmo para mis dientes
y canción de dios para mi vida.
Llegas siempre antes de las nueve
cuando la tierra como un gorrión camina
sobre los mirlos del hombre
que a su mujer le da
la lluvia bendita de su corazón.
Llegas con miel y frutos
abrazado al sol llegas y me levantas
me tocas el alma
acaricias mis treinta años en guerra
y les das una tregua sin fin
con la dulzura de tu boca.
Llegas, Amor,
como bienaventuranza a mi casa
la casa que es tuya
y que lavas y vuelves templo
conforme pasan los días.
Llegas, Amor,
y me eriges una nube plena
cargada de latidos de niño y hombre
de dios, de amante, de todo.
Llegas a mí y me aceptas.
Llegas y me llamas a ti para que te envuelva
con esta magia recién descubierta
de ser mujer y ser tuya
en una eternidad sembrada
por tu risa y mi fe absoluta
pues llegas, Amor
como mi Salmo de Primavera.
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