Hoy quiero darte
la fuerza humilde que hay en mí
para anular a la parte de mí que ha sido mi propio Atila,
para amarme y entender
que las vías de mi amor total por ti
son tantas y tan hondas
y que yo las he de explorar
para venerarte.
Eres mi Rey,
en el amplio reino de mi espíritu
en cada pliegue de mi cuerpo
en mi mente que piensa mejor
desde que tú la acompañas.
Eres mi Rey, tuya es esta vida purificada
entregada a Dios para merecerte a ti,
mi regalo más bello,
el que me trascenderá la vida
cuando yo ya no tenga vida.
Gracias por aceptar mi amor por ti siempre inmenso.
Madurando en sabiduría va.
Y eso es porque tú así me has enseñado.
Gracias por este día nuevo.
miércoles, 16 de julio de 2014
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