Algo en mí retumba
memoria de gardenia, los sueños
los que nunca se acaban
los que me llevan y me traen
como ola o pliegues de saliva
de mi boca a tu boca.
Y es que podríamos jurar
demasiadas cosas
y casi estoy segura
que viviremos de materia de nubes
de cuentos materializados
de legos, de infancia
de deseo inmarcesible, de la batalla
contra la costumbre.
Tomo una flor invisible
y la coloco en mi pelo:
felices siete meses, nos digo.
Y aguardo a que tu cuerpo despierte.
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