y raya la palabra no
ríete en el nevado
o compra la luz desde la banca.
Adherida a tu piel risueña estoy
y no temo a las ballenas negras
ni a Jonás renacido
ni a la desventura.
Temo acaso apagar tu alegría
y por eso vengo aquí
y en vez de escribirte líneas tristes
me uno a la fiesta de tu cuerpo
y no lloro.
Toma, amor mío, mi vida
y raya las palabras de luz
sobre su página blanca.
Esperaría otro periplo si al final
en tus ojos contentos puedo verme,
y confiada en ti,
extiendo mi camino con tus flores
y te aguardo.
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