sus quejidos huecos sin rabia ni lluvia.
Lo siento por los países accidentados,
su inmensa torpeza para oler las flores.
Lo siento por mis enemigos,
tan invisibles ante mis ojos ahítos de perfume moreno.
Estoy enamorada,
y es de aquí para el siempre de mis huesos.
Vuelvan a marcar cuando ya no viva
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