Puede ser que por tu río salado,
hombre,
esté yo hilvanando canciones con mi pubis
y puede ser que también,
vida pura,
por tu sexo yo reviva cada instante
de tu puerta negra abiertísima sobre la mía,
boca y ojo unidos en fuego,
salud de los humildes que no piden nada
excepto llorar la partida y añorar el regreso
un día de montañas y mares envueltos en sábanas
truenos y diluvios resguardados en nuestros cuerpos unidos.
Es cierto, lo es y del todo.
Tan cierto como que también
te hilvano canciones de amor y tres orquídeas
para cada tiempo del mundo apenas abras tus ojos.
Tan cierto como que espero la lluvia de tu verbo
para sentir que en mí renace la esencia libre de las cosas.
Tan cierto, pues, como que no quiero otro momento ni gloria
que permanecer contigo abrazada
mirando fijamente el todo y la nada
en el continente de nuestra alma, el cuerpo que ondula
bajo la canción parida por nuestros labios.
Tan cierto como que prefiero vivir muy lejos
antes que dejar de vivir en tu corazón.
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