sino dejar en reposo al cuerpo y su latido
para que el viento macere al corazón
y lo vuelva transparente e invisible
un desdoblamiento de amor por las cuatro esquina
bailando ya, desde siempre,
con el universo.
Si al poeta del siglo XX
en franca lucha le tocó demostrar
la ira y la furia con la que su alma se elevaba
yo mujer he de replegarme
y en suave música transitar
por la ascensión de mi espíritu al tocarte.
Tengo hambre de amor y no de rabia.
Cierro mi boca y mis ojos.
Vuelve a bailar dentro de mí, primavera de Córdoba.
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