así te quiero hoy y te querré siempre
mi barro divino por donde miré
no sé
las horas de todos los suelos
los pétalos de cada religión
que en ti y en mí se anidaban.
Ven a mí y baila,
hombre con ave pura en el hombro.
Ven y después todos los pasos
o quizá ninguno
porque, amado hombre,
la distancia se disuelve si me nombras
y es que todos los pasos del mismo baile
llevan a tu cuerpo.
Bailando y sereno,
contento, bailando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario