agua de ópalo, dame tu querer
en incendiado mediodía vuelo
me resquebrajo, aúllo los lotos
para que me bendigas y me fortifiques.
Agua de cedro, acompáñame
agua de tu costilla, embriágame,
y hazme venirme en ti
así sea en el éter o en el espasmo
y en la acortada vida de los dioses
para que sea siempre tu voluntad ungida de la mía
la que erija tres soles sin desquicio alguno
o tal vez la locura entera
y la risa divina.
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