olores
estas flores nacidas de tu ombligo lunar.
Mirarte.
Tomaré tu mano Hoy
y verás que es siempre.
Estoy abierta como esta casa de tierra mojada
tengo paz y también dudas:
quién eres tú, divino ser
que cimbra mi universo
por qué me amas tanto
si apenas loca y también llorona ante tu vibración.
Quién eres tú, callado, jugador santo
cómo llegaste
y si esta milpa estelar
te será suficiente.
Quién soy yo ahora
que siempre me soñé así y no lo creo.
Quién es la que mi cuerpo habita con frenesí
callada ante el horror del mundo.
Quién como tú para saldar la espera
quién como yo para venerarte en poesía o ganas
de volver a la raíz.
Soy tu mujer
y eso significa regresar
dejar el barco de la soberbia inteligencia
la filosofía retumbando golpeando mi sangre.
Soy tu mujer
y eso implica volver
arrancarme la última máscara
entregar los verbos en imperativo
cultivarte flores y silencios de una ternura
que a mí también me ahoga.
Soy tu mujer.
Si me permites, quiero hacerlo.
Voy a construir un barco de inteligencia femenina
donde no halla notas al pie
porque no eres una edición crítica, Amor.
Llenaré su espacio con tomillos y berenjenas
con flores con nombres nuevos
Chiquitae Plumbaguis, la reina.
Voy a erigir un reinado
de girasoles y ámbares y sándalos
donde no importe ganar o perder
y la única regla sea verte feliz y sereno.
Todo esto es tuyo.
Si llegaran a surgir teorías para el yang
al yang sin aspavientos las entregaría.
No preciso un oro nombre
no me interesan las páginas biográficas.
Estaré muerta y no entenderé ya de palabras.
Preciso que me nombres y me beses
que me ayudes a cruzar las olas con tu saliva
tu iris temblando de amor por mí
tu oído escuchándome llegar al fondo de tu corazón.
Encontrar un pasaje con destino a ti
y también a nuestra casa.
Para Ramón.
A cuatro meses de la revelación
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