Levántate, cuerpo y mira:
soy el loto azul vagando entre tus montañas
la ascensión de un cuerpo nítido
desde las entrañas de la madreselva.
Soy el espín y la espina rezadas
un mantra seguido de cien estrellas.
Óyelo tú, que puedes verme hasta la oquedad
de mi anhelo y mi oración.
Admíralo tú, que has sido elegido para ungirme
de saliva y savia tuyas
hasta volverme inasible al mundo.
Tómalo tú, maestro anclado en mis estaciones,
vívelas como un país distinto cada noche.
Ámale, cuerpo y sabe
que todas las noches previas parí un amor
un deseo y un verso
y por eso estas ganas de ser entregada a ti
siempre tuya.
viernes, 25 de abril de 2014
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