Desde tu planta ardiente sobre mi tierra,
Señor,
abro mis ojos y entrego mi alma
a todo cuanto puedo
y le doy a mi enemigo un trozo de esta paz amada
porque ellos pelean sin alma
tristes,
niños en el abandono polar.
Lavo mis errores y mis omisiones
mis imperfecciones moldeadas mucho antes de los treinta.
Perdono todas mis vidas.
Les anuncio que la redención un día llegará.
El día es hoy jueves
hoy martes hoy domingo
hoy abril hoy diciembre
a tu lado el tiempo es hoy,
palabra mágica removiendo los miedos
tallados en las cortezas de mi jardín.
Peino, aliño mi cuerpo
lo bendigo a base de tu saliva y tu fruto encendido
lo froto con el amor de tus dientes
y lo visto con el rojo de tu corazón y tu lengua.
Nombro a mi espíritu Reina.
Lo escribo en los espejos del tiempo:
notas serán para su proceder futuro
(sólamente estando arriba se Ama a un Grande).
Adorno mi cuello y mi memoria con tu amor bendito
y te bendigo ofrendándome a ti
en cada acto, lejano o no,
que mi materia adepta a tu sabiduría amante realiza.
Cumplo con mi deber cósmico
y te bendigo con silencios impregnados en mirra y meditaciones
torrentes de letras y fe en nuestra historia.
Me dignifico ante ti y contigo
y ante el Señor que todo lo puede:
"Si me trajo su amor entre laberintos
podrá conducirme
a la unión completa de los tiempos sagrados y profanos.
Dignifico mi proceder ante el Creador.
Un día más de gloria ofrendada para estar con mi hombre,
un día más de batalla en amor para volverlo a ver.
Desde tu amor completo habitando el mío,
Gran Señor,
escribo este manifiesto y su dogma:
Dignifico mi ser en nuestro Amor
y sé que el mundo nos merece unidos.
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