dije de sol enraizado
en las caderas de los mares.
A mí has de traer el resplandor
la bendición de mi Padre
en el falo de agua dulce
y su mano de miel de maguey
acariciando mi cara.
Contigo he de permanecer
calma y llena de placer para mi hombre
vigilante del horizonte
en girasoles y mareas buenas abundante.
Harás de mí
la canción más clara de Astarté.
Yo seré la novia del poeta
y el guerrero
del príncipe de los peces ambiguos
y tutor de los sabios.
No correré excepto por amor
creyendo fielmente que la hidra venenosa morirá
con cada paso de nube
que en mis pies coloques.
A mí has de tejer
el manto suave para su noche.
Con un hilo de plata trenzarás
la mansa lluvia de semen y agua frutal
hasta concebir
el inasible hijo divino del siglo XXI:
Amor fraternal disparado
en un soplo de buen deseo apasionado.
Ternura con pies de plomo
y manos de agua de azar
para lavar al mundo y darle misericordia.
Pacha Mamma
tengo veinte años y no me siento sola
en la década que vivo no está
y sin embargo me prometes la dorada playa
apenas comience mis treinta.
Segura estoy de ser tu vasalla
honrada seré de ser su mujer y su compañera.
Lávame ahora, críame la entraña
y las manos y la boca y la lengua
y los pezones y las caderas
que mi cabello se mueva a placer de él
y mis neuronas aprendan a decir
lo que mi cuerpo y mi alma vibran.
Instrúyeme en el arte de amar
desde el plato en la mesa
hasta la lágrima con mis yemas secada.
Pacha Mamma
no tengo prisa, tan sólo un ombligo
y la certeza de que está
adentro, muy adentro
de Coyolxauhqui y el resplandor
que tampoco me abandona.
Para Ramón Córdoba
porque fuiste el elegido
porque soy la bendecida
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