esta lumbre dactilar inmarcesible
sostenga también
las puestas de sol de Rachmaninov y Paganini
en medio de Chagall pintando cuerpos amciantes
con campiñas y vacas grandes de amor bucólico
andando.
Y que este tacto
mueva telúricamente las caderas de dios
al oír a Beethoven pisando al amor y no un piano
hoy,
que está tan revivido como yo
pero, sordo de él
no lo oye y por tanto
no lo dice.
Y que esta flor tuya recitando a Antonio de Shakespeare:
Dame tu mano, quiero alabar tus acciones ante esta gran hechicera y atraer hacia ti la dicha de sus agradecimientos. ¡Oh tú, luz del mundo, enlaza con tus brazos mi cuello recubierto de la armadura! ¡Salta hasta mi corazón , atravesando coraza y todo, y triunfa allí, asentándote sobre mi corazón, palpitante de alegría!
Dame tu mano, quiero alabar tus acciones ante esta gran hechicera y atraer hacia ti la dicha de sus agradecimientos. ¡Oh tú, luz del mundo, enlaza con tus brazos mi cuello recubierto de la armadura! ¡Salta hasta mi corazón , atravesando coraza y todo, y triunfa allí, asentándote sobre mi corazón, palpitante de alegría!
deje que su voz de niña húmeda comprenda
la universalidad de tu palabra
memoria y grito
huella de semen, arroz mágico erradicando
la hambruna de amor.
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