el agua de viento surcando cinco pasos
oh ven a mí
señor de un fuego enterrado
más profundamente que los antiguos mares
nunca reinados por Príamo.
Lloré la ventana árida un lunes
y el camino andaba en su vértigo
hacia mi seno seco de ti
oh tú que estás tan alto y eres ombligo
cuidador de galaxias rojas
en pleno cenit del temprano estío.
Sé que tu fortuna ha llegado a mí
por causa de un impacto solar de ti decidido.
Voglio, voluntad, will.
El amor en ti tiene esos tres nombres.
Peinan
arrastran al encanto, la magia
arañan las sombras de los secos abedules
perforan la tierra que no daba agua
nada.
Infinitamente austera piel de mar dormido.
Quién eres tú y por qué traes el llanto
de gozo supremo y asombro extático.
Quién eres tú y siempre mantén vivo
el único ojo de agua con tus besos.
Quién eres tú y siempre mantén vivo
el único ojo de agua con tus besos.
Voglio, voluntad, will.
Alzas mi cuerpo como a ave aprendiz
abrazo el sol contigo
y encuentro que no me quemo.
Tres rostros tu latido eterno.
En el camino árido esparcí cinco de tus voces
y todas fueron estrellas
hacedoras de pan y miel para los que nunca
nunca, esta risa que ahora me habitas.
Corazón guerrero, volcán y magma
los señores de tu reino
que nos cubren y serpentean hasta morir
porque siempre hay reflejos nuevos para el sol
y nosotros los fabricamos.
Tres rostros tu no tiempo.
Volteo hacia mi espalda y soy niña
y también cierta de tu imagen etérea
fui sabueso y no princesa
también fui cordero con suerte de buena fábula.
Todos llevamos dentro a Marco Polo
excepto tú que eras dios y rey y escribano
de mi camino
la soberbia niña Marco Polo describiendo sus pasos
creyendo que eran ciudades
cuando el mundo que olía era tu cuerpo
y también tu espacio
dos o tres llamadas celestiales de semen y saliva
sinfonías de flores inmersas en ternura
cuatro pases para las esquinas del universo.
Alzas mi cuerpo como a ave aprendiz
abrazo el sol contigo
y encuentro que no me quemo.
Tres rostros tu latido eterno.
En el camino árido esparcí cinco de tus voces
y todas fueron estrellas
hacedoras de pan y miel para los que nunca
nunca, esta risa que ahora me habitas.
Corazón guerrero, volcán y magma
los señores de tu reino
que nos cubren y serpentean hasta morir
porque siempre hay reflejos nuevos para el sol
y nosotros los fabricamos.
Tres rostros tu no tiempo.
Volteo hacia mi espalda y soy niña
y también cierta de tu imagen etérea
fui sabueso y no princesa
también fui cordero con suerte de buena fábula.
Todos llevamos dentro a Marco Polo
excepto tú que eras dios y rey y escribano
de mi camino
la soberbia niña Marco Polo describiendo sus pasos
creyendo que eran ciudades
cuando el mundo que olía era tu cuerpo
y también tu espacio
dos o tres llamadas celestiales de semen y saliva
sinfonías de flores inmersas en ternura
cuatro pases para las esquinas del universo.
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